Tradicional Baile de Danzantes, Gigantillos y Gigantones en Burgos
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Los Gigantones
A las solemnidades de la Cabeza de Castilla asiste -desde antiguo- una Embajada Diplomática de los Cinco Continentes representada en sus más Altos Dignatarios, se trata de Los Gigantones de Burgos; cinco parejas de enormes efigies de unos cuatro metros de alto que representando a las razas de mundo en Sus Reyes colaboran al esplendor y boato de nuestras celebraciones.
Sus antecedentes históricos datan del s XIII. En el XVI (1564) ya existe documentación donde se les reseña y en el XVIII (1738) ya se describe que componen un grupo similar al actual compuesto de: Reys e Reynas; Turco y Turca, Gitano y Gitana, Negro y Negra e Gigantillas. En el IXX (1861) sus egregias figuras asisten a la Recepción Real que da la Reina Isabel II en Burgos.
En la actualidad, siempre precedidos de los Gigantillos y al ritmo más ceremonioso de su respectivo “Pitero” desfilan en hilera;
Los primeros son Los Reyes Católicos revestidos de sus suntuosos ropajes de la Corte Castellana de purpúreo estambre de brocado damasceno, capellina de armiño, y las coronas y cetros de sus Reinos; Tanto Monta.
Don Fernando luce el Toisón de Oro, mientras que de su ceñidor pende tamaña espada ropera envainada.
La efigie de Doña Isabel de Castilla recuerda el retrato que en vida de ella hizo Antonio del Rincón, preciosa reliquia que nunca debió abandonar la Cartuja de Miraflores.
Después vienen El Cid y Doña Jimena. Don Ruy de Guerrero Castellano; celada borgoñota, cota de malla completa con capuz, sobrevesta pardisca de brocado, ciñe su Tizona sin guarnir pendiendo del talabarte y lleva escusón en venera con las armas de su linaje. Su esposa va de elegante Dama Castellana con cofia ocre, toca blanca de tul y sus cabellos aprestados en largas trenzas, sus galas son de ricas telas de guadamecí en tonos pajizos con orlas de cañutillo de oro de los que penden madroños de pasamano, como aderezo luce en su busto un camafeo-retrato de su tan bizarro cónyuge.
Siguen una pareja de Caciques Amerindios como aquellos que hasta aquí llegaron acompañando a Don Cristóbal Colón en la vuelta de su segundo viaje; ambos van totalmente vestidos con ropajes de escaques y losanges en ámbar y azabache, uno y otra con arco y aljaba de flechas a la espalda, en el caso de ella como referencia a las temibles amazonas. Él porta feroz destral en mano, mientras ella se adorna con candongas o broquelillos dorados.
Prosiguen los Califas, él y ella de marcadas facciones prietas y tocados de sendos turbantes donde se alternan el leonado y el azur, él; con mosca y gruesas arracadas colgando de sus orejas, trae tunica pajiza y sobrepelliz bermejo, de su cintura pende terrífica cimitarra. Ella lleva zarcillos y ahogador de abalorios, vestidura de tafetán
arrasado en índigo con listas gualdas, medias mangas de muselina blanca y apretadera de trencilla.
Por último vienen los Emperadores de la China; ambos dos revestidos de tisú sinople exornado de ataujías y áureos cadejos. Él se aventaja de acrecentado mostacho hasta la sotabarba y alongada coleta trenzada al uso del oriente, mientras que los cabellos de ella se ven acicalados en un donoso copete al modo de su origen lo mismo que sus preseas y bejuquillo, a la diestra mano lleva plegado un gentil mosqueador.
Las danzas de todos ellos son egregias y ceremoniosas, no exentas de pomposas reverencias como a la alcurnia de tales majestades corresponde, siendo todas cosas muy de ver, aunque es de advertir que tan solo bailan los forasteros ya que la recia usanza de la Corte de Castilla no gusta de tan notas lisonjas, aunque si de la cortesía como demostrado queda.
Los Gigantillos
La Representación Municipal Tradicional de la Ciudad de Burgos suele encabezarse por “Los Gigantillos de Burgos”, figuras de unos dos metros y medio de altura, que desfilando airosamente al ritmo que marca el “Pitero” con su pito y tamboril, representan a una grotesca pero simpática pareja de alcaldes serranos vestidos a la antigua usanza típica castellana.
Su rancia alcurnia desciende por vía directa de aquellas “tarascas y gigantillas” de las que ya hay noticias en 1242. Desde aquellas excéntricas efigies primitivas fueron adquiriendo el solemne abolengo representativo de nuestro patrimonio cultural solariego que hoy ostentan.
El Gigantillo lleva las características capa parda y faja roja, “sombrero castellano de velludo” y la vara representativa de su autoridad.
La Gigantilla va de elegante jubón recubierto por su mantón bordado, “chambra blanca”, amplia falda de percal con estampado de florecitas, delantal negro, pendientes y collar de gruesas bolas rematado en una cruz de plata, un ramo de flores en la mano y un coqueto ramillete en su escote, mientras que su “particular belleza” se ve realzada por un elegante repeinado con el típico “moño de picaporte” y su amplia sonrisa se ve aderezada con una graciosa verruga no desprovista de vello. En ocasiones se la engalana con su vestido de burgalesa.
Mientras que él transita tieso y grave, ella anda donairosa con salerosos contoneos celebrados por el público. En determinados momentos ejecutan sus danzas vernáculas donde la Gigantilla gira vertiginosamente dejando ver su elegante lencería con encajes hasta la rodilla.
El único Pitero que les acompaña viste de sobrio traje negro con sombrero de ala ancha rodeado de una larga cinta roja que termina a media espalda rematada de flecos dorados. Con inusitada habilidad pulsa el pito con la mano derecha de cuyo antebrazo cuelga el tamboril que redobla con la izquierda.
Los Danzantes
Los Danzantes de Burgos con sus Tetines encarnan una de nuestras inmemoriales tradiciones culturales de más recia raigambre, sus antecedentes históricos, aunque no excesivamente documentados, se remontan a las celebraciones del Corpus Christi de 1.463 donde ya existe constancia de su participación para mayor solemnidad tal y como corresponde a la Cabeza de Castilla.
Se trata de un grupo de doce niños dirigido por el “Tetín Mayor” a quien auxilian otros tres “Tetines”, todos ellos acompañados de dos Dulzaineros y un Tambor Redoblante más otros tres niños aprendices de Danzante que ayudan a distribuir y recoger los trebejos de las danzas por lo que se les denomina “Paleros”.
La indumentaria tradicional de los Danzantes es a guisa de “Paje de Corte” y data del siglo XVI, lo que nos da una idea de su antigüedad, aunque anteriormente llevasen otras no consignadas y aun más vetustas que hubieron de remozar, está compuesta de tonelete con sobremangas de terciopelo rubro con galones estofados de oro, gorra a juego con vistoso airón blanco, camisa cruda de encaje, calzas carachas con sandalias que -no mucho ha- aun se les confeccionaban a medida, y tahalí de cordobán colgando al talabarte. Los Paleros visten igual pero de color verdusco dada su impericia.
Fuente y más información : http://hispanismo.org/castilla/11865-burgos-timbaleros-maceros-gigantones-gigantillos-y-danzantes.html